El día 5 de diciembre de cada año es la fecha elegida, desde 2014, por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para la celebración del Día Mundial del Suelo. El objetivo de esta celebración anual no es otro que la necesidad de concienciar a la sociedad sobre la importancia de promover la protección y conservación del suelo, incidiendo en el diseño, aplicación y difusión de aquellas prácticas sostenibles que permiten su mantenimiento óptimo, así como su recuperación a medio y largo plazo. Hace décadas que en el sector agrícola se tiene una conciencia muy arraigada del papel esencial que ejerce el suelo en el crecimiento y productividad de los cultivos, ya que supone su principal fuente de nutrientes.
El suelo es de facto el principal activo que tiene la agricultura en la Unión Europea. Sin embargo, nos encontramos con tierras que llevan muchos siglos en producción y cuya exposición tanto a las condiciones climáticas, como a las técnicas convencionales empleadas por los agricultores, han provocado un proceso de erosión acelerado que supone una importante pérdida de suelo. Esta situación debe preocuparnos y ocuparnos.
La Agricultura de Conservación es un sistema de producción agrícola sostenible que rompe con el principio instalado entre los agricultores que consideran que para implantar un cultivo es necesario hacer operaciones de laboreo.
Pivota sobre tres principios: la supresión del laboreo; el mantenimiento de una cobertura vegetal sobre una superficie del suelo -hacerlo en el 30% de ella consigue evitar en un 90% la erosión del suelo tanto, en cultivos herbáceos (cereales, leguminosas y oleaginosas), como en cultivos leñosos (olivar, frutales, cítricos, viña)- y, por último, la rotación y diversificación de los cultivos, aplicable a los cultivos de herbáceos extensivos. Si tomamos esos tres puntos como base seremos capaces de conseguir grandes beneficios, no sólo de tipo medioambiental, sino económico y social.
Las principales virtudes que aportan estos principios son los siguientes: la protección del suelo frente a la erosión; la mejora de la calidad; favorece la biodiversidad y, en general, preserva los recursos naturales de agua y aire haciendo más eficiente la producción.
El uso de las técnicas de la Agricultura de Conservación ahorra actualmente casi 10 millones de toneladas de CO2 al año en España, que podrían alcanzar los 55 millones de toneladas en el escenario de adopción potencial máximo, según el informe sobre este asunto realizado por la consultora PwC.
Este informe bajo el nombre “Agricultura de Conservación y Pacto Verde Europeo” ha sido preparado por PwC con el impulso de la Asociación Empresarial de Protección de las Plantas (Aepla) y la Asociación Nacional de Maquinaria Agropecuaria y Espacios Verdes (Aseamet), así como con el asesoramiento técnico-científico de la Asociación Española Agricultura de Conservación Suelos Vivos (AEAC.SV) y el patrocinio de Bayer.
La Agricultura de Conservación será determinante para el cumplimiento de las estrategias de la Unión en materia medioambiental. El Pacto Verde europeo es un plan muy ambicioso, que tiene el objetivo de posicionar a Europa como el primer continente climáticamente neutro en el año 2050. En esta meta, la Agricultura de Conservación puede jugar un papel importante, ya que supone una práctica que contribuye a potenciar una economía de cero emisiones, baja en carbono y sostenible. Además, apuntan los expertos, en la pasada COP26 ya se señaló la Agricultura de Conservación como una gran oportunidad, no sólo para mitigar el cambio climático, sino también para la reducción de insumos. El planteamiento ideal consistiría en una reducción del 50% del uso de productos fitosanitarios y del 20% del uso de fertilizantes antes del año 2030. Asimismo, ya existen estudios que constatan que en la Agricultura de Conservación se reduce el transporte de fitosanitarios hasta en un 60% y, en el agua de escorrentía, se minimiza el contenido de fertilizantes como nitrógeno y fósforo.
Será un triunfo colectivo si las previsiones se cumpliesen para el 2030, y se superan los tres millones de hectáreas cultivadas bajo Agricultura de Conservación. Incluso en un escenario potencial de adopción máximo, podrían alcanzarse hasta trece millones de hectáreas. Este ideal solo será una realidad si las instituciones nacionales y europeas incrementan sus esfuerzos para apoyar la adopción de esta práctica. Por otro lado, cabe decir que Los datos son alentadores, ya que las áreas cultivadas por Agricultura de Conservación en España están creciendo a un ritmo medio anual del 4,3 %.