Todos somos conscientes de las terribles consecuencias que está sufriendo el pueblo ucraniano con la “operación a gran escala” declarada por Putin. Un conflicto bélico cuya magnitud va a afectar de forma directa a todos los sectores y que en el caso del agro español va a tener un impacto directo en más de 10.000 empresas.
La guerra en Ucrania ha dado un nuevo giro a la crisis agrícola derivada de la subida de costes de las materias primas agrícolas que ha alcanzado cifras récord en los últimos meses, así como ha generado numerosos interrogantes sobre su impacto en España y en la alimentación mundial.
En el ámbito agroalimentario, los ataques de Rusia a Ucrania generan incógnitas e incluso están provocando “situaciones nunca vistas” en mercados como el del cereal. Unas circunstancias que se unen a las consecuencias “desastrosas” causadas tanto por la sequía como por las inclemencias climáticas en los dos hemisferios.
Ahora nos encontramos frente a una situación inédita, ya que durante dos días de la pasada semana los mercados españoles de grano no registraron operaciones. Así como, en plazas de referencia como Chicago o París las cotizaciones escalaron hasta cifras récord.
Ucrania es uno de los principales abastecedores de cereales y oleaginosas para España, dado nuestro nivel deficitario respecto a estas materias primas. De hecho en 2021 la balanza agroalimentaria con Ucrania arrojaba un saldo negativo de 853,9 millones de euros para España (-544 millones por cereales y -416 por aceites y grasas), según datos de la Secretaría de Estado de Comercio.
España compra a Ucrania el 27 % de sus importaciones de maíz y el 62 % de sus adquisiciones de girasol. En cifras globales, las exportaciones españolas a Ucrania alcanzaron 170,5 millones y las importaciones de ese origen ascendieron a 1.024,4 millones durante el pasado año. Por el contrario, existe un superávit en las ventas de productos pesqueros (37,3 millones).
Si analizamos la balanza agroalimentaria con respecto a Rusia, obtenemos un saldo positivo para España de 47 millones. Mientras que España exportó al país alimentos, bebidas y tabaco por valor de 237,3 millones de euros, las importaciones rusas solo alcanzaron los 190,2 millones de euros en 2021. Obteniendo saldos positivos en azúcar, café y cacao (55,4 millones), tabaco (25,8 millones), bebidas (9,6 millones), grasas y aceites (31,3 millones) o productos pesqueros (17,3 millones).
Los exportadores agrícolas españoles ya conocen las consecuencias geopolíticas del conflicto del este europeo. En 2014, Moscú inició un embargo contra los productos perecederos de países occidentales (frutas, verduras, pescados frescos y carnes), en represalia por las sanciones impuestas a Rusia tras su actuación en Ucrania.
En 2013 Rusia ya había vetado la importación de animales y carne fresca de la Unión Europea (UE) tras diagnosticar dos casos de peste porcina africana en jabalíes de Lituania.
Para España, líder comunitario en el comercio hortofrutícola, el veto ruso fue un duro golpe, ya que perdió un destino fundamental -y con una logística más fácil que otros mercados como los asiáticos o americanos- para frutas como los melocotones o las nectarinas. Un vacío que, según la patronal Fepex, aún no ha sido cubierto.
Europa ha planteado en las últimas horas sanciones de carácter comercial y económico, sin precedentes lo que va a suponer un claro efecto directo sobre las exportaciones españolas.
Desde hace semanas los empresarios del sector están preocupados por la situación, pero tras el salto que se ha producido en la dimensión del conflicto han manifestado la necesidad de que se refuercen los esfuerzos para intentar que el impacto sobre las exportaciones e importaciones sea el menor posible. Por otro lado, Rusia utiliza el cierre de su frontera para la importación en el sector agroalimentario como una herramienta para presionar en las relaciones diplomáticas.
Hay sectores como el vitivinícola que viven este momento con especial preocupación. Por ejemplo, Castilla- La Mancha ha comunicado que pedirá a la Comisión Europea medidas de refuerzo para el sector vitivinícola. El vino español se encuentra en los primeros puestos de exportación a Rusia, tanto en valor como en volumen.
Desde que Rusia comenzó su ataque contra Ucrania, la inflación en Occidente no deja de aumentar. En España ha llegado a un 6,5% a causa del incremento de los precios del gas y la energía. El sector agroalimentario español ha expresado su preocupación ante la subida disparatada de los costes de la gasolina y el gasóleo, así como el impacto directo que el conflicto puede ejercer sobre el gas. Esta semana la gasolina y el gasóleo han subido un 1,2% y han vuelto a señalar cifras históricas. La gasolina se vende a una media de 1,591 euros el litro y el gasóleo es de 1,479 euros.
El flujo mercantil de importaciones y exportaciones entre Rusia y España es bastante rápido. La compra de combustibles representó un 83% de las importaciones, mientras que, en relación con las exportaciones, predominan vehículos, industria textil y alimentos.
La patronal de la industria alimentaria FIAB ha mostrado su preocupación por el impacto que el conflicto pueda tener en la importación de ciertas materias primas utilizadas por la industria, así como por la repercusión en el castigado escenario energético mundial, que podría suponer un desequilibrio para la competitividad del sector.
¿Esta situación afectará al bolsillo de los consumidores? Las estimaciones previas a la invasión ya apuntaban a que la inflación y la subida del IPC en España iban a durar al menos hasta primavera, y que los bolsillos de los consumidores notarían esta escalada que deriva de las dificultades de la logística de 2021.
Una subida de costes que va a venir asumida no tanto por los consumidores como por los propios agricultores, siempre la parte más débil de la cadena.