Es importante conocer, valorar y visibilizar el papel de la mujer en el agro, sobre todo en el ámbito rural donde aún quedan muchas batallas por librar. La perspectiva de género en el medio rural es una cuestión que, a mi juicio, debería constituirse como una prioridad, ya que la mujer se encuentra en este ámbito con una doble discriminación: ser mujer y trabajar en un medio que se enfrenta a dificultades muy concretas.
Quienes conocemos bien el medio rural somos conscientes de la vulnerabilidad de la mujer en el sector. Una realidad que pone de manifiesto los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, ya que entre 2011 y 2019 más de 94.000 mujeres abandonaron sus municipios rurales para residir en áreas urbanas, en comparación con los 44.000 hombres que salieron en el mismo.
Asimismo, la última Encuesta de Población Activa refleja que del total de trabajadores del sector agrario, un 88% son hombres, mientras que la representación femenina tan solo supone un 12%, cifras muy inferiores a la participación real. Una realidad que evidencia la invisibilización que sufre el género femenino en el mundo rural.
Por otro lado, parece asomar la luz en algunos de los datos que arroja la Encuesta de Explotaciones Agrarias, ya que informa de un incremento en el número de mujeres involucradas en el sector. Un informe que nos permite ser optimistas, porque aunque se produzca un descenso del volumen de las explotaciones, cada vez son más las mujeres que toman el relevo.
¿Quién es la mujer agro?
Las mujeres agro somos parte del motor de la producción primaria, de la industria agroalimentaria, del diseño y cálculo de estructuras e instalaciones, del diseño e investigación de productos y procesos, de la optimización de recursos naturales, de la implantación de nuevas tecnologías, del aprovechamiento de energías renovables, del desarrollo rural, de la conservación y sostenibilidad del medioambiente, de la óptima gestión del agua y el diseño de regadíos, etc.
Nos enfrentamos a multitud de retos en un mundo frenético y cambiante donde las nuevas tecnologías, los estudios, las investigaciones y normativas avanzan a un ritmo frenético. Las mujeres agro nunca dejamos de aprender y prepararnos para ofrecer soluciones a un medio rural vivo y diverso cuyo papel resulta fundamental para la sociedad en general.
Queremos derribar tradiciones y estereotipos, ya que en numerosos casos a pesar de que la mujer herede la explotación, sigue siendo el hombre quien da el salto empresarial. Resulta fundamental revertir esta brecha de género, una labor que es tarea de todos, tanto de las administraciones como de las empresas privadas.
La realidad es que los titulares de forma mayoritaria hablan de hombres, por lo que la titularidad compartida debería ser una herramienta más para promocionar la igualdad, ya que supondría que entre 31.000 y 55.000 mujeres se convertirían en potenciales beneficiarias. La titularidad compartida no solo hace referencia a compartir el trabajo en la explotación, sino también a la gestión, los derechos, las cuotas y las subvenciones, una cuestión cuya finalidad consiste en promover y favorecer la igualdad real de las mujeres en el medio rural.
¿Cómo afronta la mujer en el campo su trabajo?
En la mayoría de los casos la labor de la mujer en el campo consiste en un trabajo valioso pero silencioso. Debería considerarse algo básico potenciar su voz y reconocimiento, así como fomentar su participación en las organizaciones (sigue siendo muy escasa) e impulsar el emprendimiento femenino. En definitiva, hablamos de empoderar a la mujer mujer agroprofesional y reivindicar su espacio como empresaria, líder y directiva, con capacidad para tomar decisiones en igualdad de condiciones, en un mundo, el rural, masculinizado y envejecido.
¿Cómo impulsan las políticas públicas el papel de la mujer en el sector?
El MAPA se enfrenta a datos que ponen de manifiesto la necesidad de apostar por la igualdad como herramienta de futuro. En España, el 63 % de perceptores de ayudas de la Política Agraria Común (PAC) son hombres y sólo el 37 % son mujeres. Además, ellas reciben un importe medio de 3.825 euros anuales, mientras que el de los hombres es de 6.059, es decir, de un 36,4 % menos.
La nueva PAC contempla destinar presupuestos específicos a mujeres o concederles mayores importes unitarios en las intervenciones de desarrollo rural. Una clara oportunidad para materializar sus actuaciones en materia de igualdad.
Talento, preparación, visibilidad, inclusión, diversidad y empoderamiento son las principales claves cuando hablamos de mujer y agro. Un sector en el que la mujer resulta imprescindible, pero cuya labor se ha visto invisibilizada a lo largo de los años. En las manos de las nuevas generaciones queda depositada la esperanza para que un relevo femenino en el agro sea posible.