Hoy, 24 de enero, se celebra la festividad de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas. A nadie se le escapa que atravesamos tiempos históricos convulsos, no sólo por la pandemia que azota a la totalidad del planeta, sino por una situación económica y política plagada de contradicciones, desinformación, y si se me permite, falta de ética.
Al margen de las razones sanitarias ya mencionadas, y de las coyunturas económicas, la situación política, desprestigiada, tiene en las llamadas ‘fake news’ o noticias falsas, su peor enemigo, y, paradójicamente, el mejor amigo de los populismos y los que buscan apoyos a corto plazo a costa de juguetear con la verdad hasta moldearla a su antojo.
El sector agroalimentario no escapa de estas dinámicas que ya se han establecido en nuestra sociedad, y observamos cómo, día sí día no, el sector sufre ataques en su conjunto a raíz de aisladas situaciones, es decir, generalizando hechos indeseables para perjudicar a todo un sector productivo. Por cierto, en el sureste español, queramos o no, el gran sector productivo. Junto a esta estrategia de criminalizar al sector a costa de meter a todos en el mismo saco, se une una corriente foránea tendente a cuestionar la ejemplaridad del sector en sus procesos de producción y distribución, buscando favorecer a otros exportadores, que, ¡Oh, sorpresa¡ abaratan un producto a costa de reducir, o directamente omitir, la aplicación de los más mínimos estándares de calidad y gestión de los recursos humanos.
En este clima de confusión y enroque del sector las reacciones son variadas, desde aquellos que ponen en marcha astutas estrategias de comunicación para contar, con transparencia y cierto orgullo, la forma de trabajar, abriéndose a la sociedad a través de las redes sociales, las relaciones con los medios, y la creación del llamado «relato», que viene a ser la construcción de una historia que ayude a conocer algo. Un recurso usado por el ser humano desde que, antes de la invención de la escritura, la tradición oral ayudaba al hombre a conocer el intimidante mundo que le rodeaba. Hoy en día no hace falta explicar los orígenes del sol o de la lluvia a nadie, pero sí otras cosas igual de desconocidas para el hombre de hoy. Decía que hay quien opta por apostar algún amarraco por la comunicación. Pero hay quien opta por continuar con su trabajo, de la manera más digna y sacrificada posible, de puertas adentro, convencidos de que la comunicación no es un ingrediente necesario, ya que nunca lo ha sido, de hecho, en la receta de su éxito empresarial.
Lamentablemente la situación actual a la que hacía mención al comienzo de este artículo, llena de obstáculos y amenazas a la estabilidad de cualquier país, empresa o incluso reputación personal, hace necesario contar con herramientas y conocimientos listos para ser usados en caso de crisis, movimientos hostiles, o simplemente, la posición de los competidores que, apostando por la comunicación, han ocupado un espacio en la sociedad más visible de cara al consumidor, distribuidores, y entorno social, tan necesario como los anteriores.
Por eso hoy, día del periodista, abogo por la necesidad en el sector de contar con equipos de comunicación eficaces. Equipos multidisciplinares formados por conocedores del sector desde el punto de visto humano y técnico, y expertos conocedores de la comunicación y las últimas tendencias tecnológicas, que basen su trabajo en la premisa de la veracidad y la ética profesional, y lo hagan con el conocimiento del mundo que les rodea para ayudar, a las empresas del sector agroalimentario, a construir ese relato, esa historia amable y comprensible que explica, en resumidas cuentas, el gran trabajo realizado de forma responsable y comprometida, y que permite, a través de sus productos y sus propiedades, continuar dándonos vida en forma de alimento.
Rubén Juan Serna es periodista.